Persecuciones y deportaciones en EE.UU. desintegran a miles de familias latinas.
En medio de un incremento en los operativos migratorios a lo largo de Estados Unidos, miles de familias latinas están siendo afectadas por detenciones y deportaciones que, en muchos casos, resultan en la separación forzada de padres e hijos.
En el último año, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha intensificado sus acciones, enfocándose no solo en personas con antecedentes penales, sino también en trabajadores indocumentados sin historial delictivo. Esta política ha generado alarma entre comunidades latinas, especialmente en estados como Texas, Arizona y California.
“Mi esposo fue arrestado camino al trabajo y deportado en menos de una semana. No tuvimos tiempo ni de despedirnos”, cuenta María Rodríguez, madre de tres hijos nacida en México y residente de Fresno. “Ahora estoy sola con los niños, tratando de mantenernos a flote.”
De acuerdo con organizaciones de derechos civiles, el impacto emocional en los menores es una de las consecuencias más graves. “Muchos niños ciudadanos estadounidenses están creciendo con miedo a perder a sus padres de un día para otro”, afirma Laura Hernández,trabajadora social de la organización Raíces. “Estamos viendo un aumento en los casos de ansiedad, depresión y bajo rendimiento escolar.”
Los defensores de derechos humanos critican la falta de procesos adecuados y acusan al gobierno federal de priorizar cifras sobre humanidad. Mientras tanto, las autoridades sostienen que solo están cumpliendo con las leyes migratorias.
“No se trata de criminalizar a las familias, sino de hacer cumplir la ley”, declaró en conferencia el portavoz del ICE. Sin embargo, organizaciones como ACLU han presentado múltiples demandas por detenciones arbitrarias y violaciones al debido proceso.
La política migratoria se ha convertido en uno de los temas más polarizantes. Mientras algunos sectores piden una reforma integral que brinde caminos hacia la legalización, otros exigen mano dura y cierres fronterizos más estrictos.
Para miles de familias latinas, la espera por una solución real se vuelve cada día más insoportable. “No pedimos privilegios”, dice María, “solo queremos vivir y trabajar en paz, con nuestros hijos seguros a nuestro lado.”