Roger Milla, el goleador más longevo de los Mundiales.
La historia del fútbol está repleta de momentos legendarios, pero pocos tan inolvidables como el baile junto al banderín de córner de Roger Milla en Italia 1990. A sus 38 años, cuando muchos jugadores ya piensan en el retiro, el camerunés se convirtió en una sensación mundial, marcando goles, rompiendo récords y desafiando todas las expectativas.
Milla no solo llevó a Camerún hasta los cuartos de final —la mejor actuación de una selección africana en un Mundial hasta ese momento—, sino que también se consagró como el goleador más longevo en la historia de la Copa del Mundo. Pero eso no fue todo: cuatro años después, en Estados Unidos 1994, volvió a romper su propio récord con un gol frente a Rusia a los 42 años.
Su carrera tuvo un giro de película. Ya retirado de la selección, fue el mismísimo presidente de Camerún, Paul Biya, quien lo llamó personalmente para pedirle que volviera al equipo nacional para Italia 90. Milla aceptó y terminó siendo el alma del conjunto africano, anotando cuatro goles y celebrando cada uno con su característico baile que enamoró al mundo.
En una época en la que el fútbol era dominado por Europa y Sudamérica, Milla puso a África en el mapa con su talento, carisma y resiliencia. Fue más que un goleador: fue un símbolo de orgullo y esperanza para todo un continente.
Hoy, su legado vive en cada joven futbolista africano que sueña con brillar en la élite. Y su récord sigue ahí, intacto: el de ser el goleador más veterano en la historia de los Mundiales. Un récord nacido del coraje, la pasión y la eterna sonrisa de un hombre que nunca dejó de creer.