Puerto Príncipe, bajo el dominio de más de cien pandillas: una ciudad sitiada por la violencia.
La capital haitiana, Puerto Príncipe, se encuentra inmersa en una de las crisis de seguridad más graves de su historia reciente, con más de cien pandillas controlando vastas zonas de la ciudad. La falta de autoridad estatal efectiva y la debilidad de las instituciones han permitido que grupos criminales se apoderen del territorio, instaurando un régimen de terror que afecta a millones de ciudadanos.
Según organizaciones humanitarias y reportes locales, las pandillas han establecido puntos de control, cobran “peajes” ilegales y extorsionan a residentes y comerciantes. El acceso a barrios enteros está restringido y dominado por diferentes facciones, que luchan entre sí por el control del territorio y las rutas estratégicas.
“El Estado ha desaparecido. Las pandillas actúan como autoridades de facto en muchas zonas”, afirma Jean-Baptiste Altema, analista político haitiano. “La población está atrapada entre la violencia armada, la pobreza extrema y la falta de servicios básicos”.
La situación ha provocado el desplazamiento de más de 300.000 personas dentro del país, muchas de ellas forzadas a abandonar sus hogares por el fuego cruzado o las amenazas directas. Las escuelas permanecen cerradas en varios sectores y hospitales funcionan bajo mínimos, a menudo sin acceso seguro a suministros médicos.
La comunidad internacional, encabezada por la ONU y organizaciones regionales como la CARICOM, ha expresado su alarma y ha instado a una intervención urgente. A pesar de varios intentos diplomáticos, la falta de consenso interno y el debilitamiento del gobierno haitiano han dificultado cualquier solución sostenible.
Mientras tanto, los ciudadanos de Puerto Príncipe siguen viviendo bajo el miedo, con la esperanza cada vez más tenue de que la paz y la estabilidad puedan regresar a su país.