📰 Bullying: una herida silenciosa que puede marcar la vida desde la infancia.
El bullying o acoso escolar es una realidad que continúa afectando a miles de niños y adolescentes en todo el mundo. Aunque muchas veces permanece oculto entre pasillos y aulas, sus consecuencias pueden acompañar a quienes lo sufren durante toda su vida.
Según datos de la UNESCO, uno de cada tres estudiantes ha sido víctima de algún tipo de acoso escolar, ya sea físico, verbal, psicológico o a través de medios digitales. Lo más alarmante es que muchas de estas situaciones no se denuncian por miedo, vergüenza o falta de confianza en las instituciones.
“El bullying no siempre deja moretones visibles, pero sí deja cicatrices profundas en la autoestima y la salud mental”, señala la psicóloga infantil Laura Méndez. “Niños que sufren acoso de forma constante pueden desarrollar ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas desde edades muy tempranas.”
Uno de los mayores desafíos para frenar el bullying es su carácter silencioso. A menudo, las víctimas no hablan. Por eso, expertos recomiendan a padres y docentes estar atentos a señales como el aislamiento social, cambios bruscos de comportamiento, descenso en el rendimiento académico o miedo a ir a la escuela.
En los últimos años, el bullying cibernético (o cyberbullying) ha crecido preocupantemente. Plataformas como redes sociales o aplicaciones de mensajería se han convertido en nuevos escenarios de agresión, donde el anonimato puede alentar el hostigamiento sin consecuencias inmediatas.
Pero también hay esperanza. Iniciativas educativas, talleres de convivencia y programas escolares de apoyo emocional están demostrando que es posible prevenir el acoso cuando se trabaja de forma colaborativa entre familia, escuela y comunidad.
El mensaje es claro: hablar del bullying es el primer paso para erradicarlo. Y aunque es una herida silenciosa, no debe seguir siendo invisible.